El arresto de Pavel Durov, fundador y CEO de Telegram, ha generado un significativo revuelo tanto en Europa como en Rusia. Durov, de origen ruso, fue puesto bajo investigación formal en Francia la semana pasada por presunta complicidad en la gestión de una plataforma en línea que facilita transacciones ilícitas, distribución de imágenes de abuso sexual infantil, tráfico de drogas y fraude.
El caso ha sido catalogado por muchos, incluido el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, como un ejemplo de la creciente presión de Occidente sobre figuras rusas prominentes. Durante un discurso en la Universidad MGIMO de Moscú, Lavrov ha asegurado que Durov había sido "demasiado libre" en su manejo de Telegram, lo que, según él, lo llevó a su situación actual.
"Pavel Durov fue demasiado libre. No escuchó los consejos de Occidente sobre cómo moderar su creación", señala Lavrov, sugiriendo que la situación es el resultado de la independencia de Durov frente a las recomendaciones occidentales.
Esta declaración refleja la postura del Kremlin, que considera la investigación como parte de un juego político más amplio para ejercer influencia sobre Rusia. El Kremlin, que ha apoyado a Dúrov tras años de tensiones con sus empresas tecnológicas, ha manifestado su preocupación por el caso.
Asimismo, Dmitry Peskov, portavoz del Kremlin, ha señalado la importancia de que el proceso en Francia no se convierta en una persecución política. Aunque el presidente francés Emmanuel Macron ha negado que haya motivaciones políticas detrás de la detención del fundador de Telegram, el Kremlin ha mostrado escepticismo sobre estas afirmaciones.
El arresto de Durov, que posee pasaportes de Francia y Emiratos Árabes Unidos además de su ciudadanía rusa, marca un hito como el primer caso de un CEO de tecnología de esta envergadura detenido bajo tales acusaciones. Lavrov advirtió que esta acción ha llevado las relaciones entre Moscú y París a un nuevo punto crítico, aumentando las tensiones diplomáticas entre ambos países.