El Orange Boston tiene una pantalla de 3.2 pulgadas, se fabrica en blanco (muy llamativo) y en negro y, además de los cuatro botones típicos del sistema operativo Android (menú, pantalla principal, navegación y retroceso), lleva un trackball (perla) para moverse por los menús y algo fundamental que casi todos los diseñadores parecen haber olvidado: pulsadores físicos de llamar/registro y colgar. Fabricado en pasta con detalles en cromado, a la derecha tiene un doble pulsador de volumen y, prácticamente imperceptible, el obturador de una cámara de 5 Mpx con autofocus, flash de LED y un software básico que, entre otras cosas, nos permite compartir y enviar la toma a nuestras redes sociales, álbum online, correo electrónico, etc. A la izquierda del terminal, con tapa (fácil de abrir, no tanto de cerrar), un puerto microUSB para el cargador y para la conexión al ordenador a través de cable USB y arriba, la entrada convencional de auriculares para escuchar música que se gestiona bien desde el reproductor del sistema operativo, bien desde cualquier otro más sofisticado que nos descarguemos desde Android Market. Para abrirlo, una pequeña pestaña junto al micrófono en la que hay que introducir la uña y tirar; de manera que queda al descubierto la batería, de, 1.230 mAh –hasta 600 horas en espera, la cuna de la SIM y la de la tarjeta de memoria, y del altavoz. Diferencial En la parte superior, también sobre la zona cromada, hay un discretísimo pulsador que cumple su misión de interruptor y de medio para activar el modo avión o dejar el teléfono en silencio. Además, también lo apretamos cada vez que, según nuestra programación, el móvil entra en estado de reposo y se apaga la pantalla. Una vez encendido, queda a nuestra vista una pantalla con tres ‘páginas’ personalizables donde podemos instalar todas aquellas aplicaciones, widgets, accesos directos o carpetas que podamos necesitar. Al ser una pantalla táctil capacitiva podemos manejarla con el dedo, pero también la opción de la perla es sugerente, ágil y cómoda. Y si ésta es una característica diferencial con respecto a otros teléfonos de ‘marca blanca’, también lo es que lleva un procesador Qualcomm 7227 a 600 Mhz y que ofrece una conectividad 3G avanzada; es decir, HSDPA a 7.2 Mbps en descarga; WiFi para realizar conexiones inalámbricas sin contar con la red móvil del operador, Bluetooth para crear redes personales (manos libres, cascos, relojes, etc.) y GPS (con A-GPS) para posicionarnos geográficamente y poder utilizar Google Maps u otro sistema de navegación descargable para orientarnos o ser guiados. Finalmente el display (que se desbloquea con el primer pulsador de la izquierda), muestra básicamente tres áreas de trabajo: la primera, estrecha donde aparecen los iconos del sistema y que nos indican la hora, la batería, la cobertura, si tenemos otro tipo de conexiones abiertas, si hemos recibido notificaciones o ha finalizado una descarga. A continuación el espacio de uso general y, en las vistas principales, abajo del todo, una pestaña pensada para pulsar y que se despliegue el menú, pero también se convierte en papelera cuando, al mantener sujeto un icono nos da opción de arrastrar el mismo y tirarlo (desaparece el acceso directo, no la aplicación). ¿La gracias de Android? Ya se sabe: es un sistema operativo basado en Linux y asociado a Google, de fácil uso, que nos permite descargar pequeños programas de la misma forma que lo hacemos en el ordenador, con el fin de que nuestro móvil tenga un mayor rendimiento.