La Comisión Europea ha comenzado a dotar a su personal con dispositivos electrónicos de seguridad mínima —portátiles básicos y teléfonos móviles desechables— para los viajes oficiales a Estados Unidos.
Esta decisión, revelada por el Financial Times, representa un giro significativo en las políticas de ciberseguridad de Bruselas, y se interpreta como una señal clara del creciente deterioro en la confianza entre ambas potencias. La medida, habitual en contextos de alta vigilancia estatal, evidencia el grado de desconfianza digital que se ha instalado en la relación transatlántica.
Según fuentes consultadas por el diario británico, el objetivo de esta nueva práctica es “blindarse ante el riesgo de ciberespionaje”. “Están preocupados de que Estados Unidos se meta en los sistemas de la Comisión”, indicaba una de las voces cercanas al proceso. Esta cautela no se trata de un gesto simbólico, sino de una estrategia tecnológica preventiva para evitar posibles filtraciones de datos sensibles en un entorno que, hasta hace poco, se consideraba aliado.
Este tipo de precauciones se había reservado históricamente para viajes a países con regímenes autoritarios o prácticas reconocidas de vigilancia estatal. El hecho de que ahora se apliquen en desplazamientos oficiales a Washington ha generado inquietud en los círculos diplomáticos y tecnológicos de la Unión Europea.
Un distanciamiento que se intensifica
La implementación de estas medidas debe analizarse en el contexto más amplio de un progresivo enfriamiento de las relaciones entre Bruselas y Washington. Aunque la colaboración estratégica se mantiene en aspectos fundamentales, las tensiones comerciales, los desencuentros diplomáticos durante la Administración Trump y la percepción de un interés estadounidense cada vez más orientado hacia el Pacífico han debilitado los lazos tradicionales.
“La alianza transatlántica ha terminado”, declaraba una fuente citada en la investigación del Financial Times, dejando entrever un cambio de paradigma que también se traslada al ámbito de las telecomunicaciones y la ciberseguridad. En este nuevo escenario, la Unión Europea opta por una postura más defensiva, incluso con sus socios históricos.
La desconfianza no se limita a las instituciones. Varios países miembros de la Unión Europea han actualizado recientemente sus recomendaciones de viaje a Estados Unidos. Alemania, Dinamarca y Países Bajos han instado a sus ciudadanos a extremar la precaución, e incluso a reconsiderar desplazamientos, tras varios episodios en los que viajeros europeos se vieron involucrados en detenciones o dificultades de entrada.
Estos avisos, que hasta hace poco serían impensables entre democracias liberales aliadas, reflejan un clima de recelo mutuo con consecuencias directas en los protocolos de seguridad digital.