Las redes de fibra óptica submarinas son una infraestructura crítica para las telecomunicaciones globales, transportando enormes volúmenes de datos entre continentes.
En los últimos meses, los informes sobre daños en cables en el mar Báltico han encendido las alarmas sobre la seguridad de estas conexiones. Frente a este desafío, varias empresas europeas están desarrollando tecnologías avanzadas que permiten “escuchar” los cables y detectar posibles amenazas en tiempo real.

Cómo funciona la tecnología de detección acústica en fibra óptica
El sistema se basa en la capacidad de las fibras ópticas para transmitir señales lumínicas. Cuando los pulsos de luz viajan a través de un cable, pequeños ecos rebotan a lo largo de la línea. Cualquier alteración en la señal, como un ancla que cae o una embarcación que se desplaza sobre el cable, genera un patrón visible en la pantalla de monitoreo.
"La energía acústica que viaja a través de la fibra perturba nuestra señal, y podemos medir esa perturbación"
Daniel Gerwig, gerente de ventas globales en AP Sensing, explica que esta tecnología es capaz de detectar incluso la presencia de un buzo acercándose a un cable en el lecho marino: “El buzo se detiene y toca ligeramente el cable. Puedes ver claramente la señal. La energía acústica que viaja a través de la fibra perturba nuestra señal, y podemos medir esa perturbación”.
Esta capacidad de detección también permite identificar el tamaño aproximado de una embarcación y su dirección de movimiento. Al cruzar estos datos con imágenes satelitales y registros del Sistema de Identificación Automática (AIS) de los barcos, se pueden detectar anomalías, como buques que apagan sus transmisores, una práctica sospechosa en aguas de alto riesgo.

A pesar de su efectividad, la tecnología de detección acústica tiene limitaciones. David Webb, experto de la Universidad de Aston, señala que los dispositivos de escucha deben instalarse cada 100 kilómetros a lo largo del cable para garantizar una cobertura completa. Aunque pueden captar vibraciones a cientos de metros de distancia, no tienen un alcance de varios kilómetros.
Otro desafío es la reacción ante amenazas detectadas. Thorsten Benner, director del Global Public Policy Institute, advierte que el éxito de esta tecnología dependerá de la rapidez con la que las patrullas militares o guardacostas puedan intervenir ante una posible intrusión. “La cuestión es qué tan rápido se puede establecer contacto con una embarcación sospechosa”, señala.
Aplicaciones futuras y refuerzo de la seguridad en infraestructuras submarinas
Empresas como Optics11 y AP Sensing están probando esta tecnología en instalaciones en el Mar del Norte y el Báltico. Paul Heiden, CEO de Optics11, plantea que la mejor estrategia podría ser instalar cables exclusivamente para monitorear la actividad marina en lugar de depender solo de los que transportan datos. “Colocar cables de escucha a 100 kilómetros de un puerto vital o cerca de un gasoducto crítico podría proporcionar un panorama de la actividad marítima en la zona y una alerta temprana sobre cualquier amenaza”, explica.

El interés en esta tecnología está en crecimiento. Douglas Clague, analista de Viavi Solutions, destaca que la demanda de sensores de fibra óptica ha aumentado significativamente debido a la creciente preocupación por la seguridad de los cables submarinos. Además, algunos de los cables dañados recientemente estaban fabricados por Hexatronic, empresa sueca que también está explorando tecnologías de monitoreo acústico para mejorar la protección de sus infraestructuras.
Enterrarlos en el lecho marino podría ser una solución adicional, su coste es prohibitivo en trayectos largos y profundidades considerables
No obstante, la protección física de los cables sigue siendo un desafío. Christian Priess, responsable de negocio de Hexatronic para Europa Central, Medio Oriente, África y submarinos, explica que los cables modernos ya cuentan con recubrimientos metálicos soldados y capas de armadura de acero. Sin embargo, si una embarcación arrastra intencionadamente su ancla sobre un cable, el daño es casi inevitable. Aunque enterrarlos en el lecho marino podría ser una solución adicional, su coste es prohibitivo en trayectos largos y profundidades considerables.
Aunque los cables se rompen con relativa frecuencia por causas naturales o accidentes, el aumento de casos de posibles sabotajes ha impulsado a la OTAN y la Unión Europea a fortalecer la vigilancia en aguas estratégicas. El programa “Baltic Sentry” de la OTAN, que emplea aviones, barcos y drones para patrullar el Báltico, es una muestra de estos esfuerzos.
La combinación de vigilancia militar, tecnologías de detección acústica y medidas de protección física será clave para garantizar la seguridad de las telecomunicaciones submarinas en un mundo cada vez más dependiente de la conectividad global.