El inicio de un nuevo año siempre invita a reflexionar sobre el tiempo que dejamos atrás y el horizonte que se abre ante nosotros. Este 2025 es más que un punto en el calendario; es el umbral hacia un futuro en el que la tecnología promete redefinir nuestra existencia, al tiempo que nos invita a preservar aquello que nos hace profundamente humanos.
En este contexto de transición, el fin de Disney Channel en abierto en España el pasado 6 de enero no es solo un acontecimiento televisivo; es un símbolo. Es el adiós a esas tardes interminables frente a la pantalla, donde aprendimos a creer en lo imposible mientras sonaba ‘We're all in this together’, ‘The Best of Both Worlds’ o ‘Here I Am’, donde soñamos con escenarios mágicos junto a Phineas y Ferb, los gemelos Zack y Cody o las aventuras de Hannah Montana. Pero también es un recordatorio de que los tiempos cambian, de que lo que nos hace vibrar evoluciona, y de que estamos listos para abrazar un 2025 lleno de posibilidades, con la tecnología y la inteligencia artificial como protagonistas.
La inteligencia artificial, el motor que redefine el presente
Si hay algo que define este 2025 es el auge de la inteligencia artificial en todas sus formas. Desde el CES de Las Vegas, los lanzamientos tecnológicos han dejado claro que la IA ha dejado de ser una promesa lejana, para convertirse en una realidad tangible que ya está transformando la manera en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos.
La IA no sustituye nuestras emociones ni nuestros sueños; más bien, los amplifica
Los smartphones ahora no solo hacen fotografías, sino que las entienden: ajustan la luz, capturan emociones y convierten cada momento en arte. En el ámbito empresarial, los agentes de inteligencia artificial están comenzando a gestionar tareas complejas, optimizando procesos y liberando a las personas para que se concentren en lo que realmente importa: la creatividad, la innovación y la conexión humana. Incluso los televisores o los dispositivos del hogar entienden el escenario que les rodea para que la experiencia sea de mayor calidad.
Pero detrás de esta revolución tecnológica hay una verdad fundamental: la IA es una herramienta. No sustituye nuestras emociones ni nuestros sueños; más bien, los amplifica. Nos permite imaginar un mundo donde las barreras se disuelven, donde cada dispositivo es un aliado y donde la tecnología se pone al servicio de nuestra humanidad.
Realidad extendida, nuevos mundos por explorar
Las grandes compañías están trabajando para integrar estas tecnologías en nuestras vidas de maneras que van más allá del entretenimiento
Otro de los pilares de este 2025 es la computación espacial. La realidad extendida (RA, RV y RX) ya no es una promesa futurista ni un ejemplo de Los Magos de Weverly Place; es un territorio en expansión. Aunque todavía está en etapas iniciales, las grandes compañías están trabajando para integrar estas tecnologías en nuestras vidas de maneras que van más allá del entretenimiento.
Imagina entrar a una reunión virtual en un entorno diseñado para fomentar la colaboración, donde cada gesto y palabra se perciban con precisión. O piensa en explorar un museo sin salir de casa, caminando virtualmente por galerías que cobran vida. Estas experiencias están empezando a florecer y, al igual que cuando veíamos mundos fantásticos en Disney Channel, ahora tenemos la posibilidad de ser parte activa de ellos. Y este año, tendremos más jugadores en el tablero (veremos qué nos enseña Samsung en su Unpacked). Aún, sin embargo, queda mucho camino por delante para que esto sea una tecnología masiva.
Sostenibilidad, el compromiso con el planeta
Sin embargo, ningún avance tecnológico tendría sentido sin un compromiso claro con el planeta que habitamos. En 2025, la sostenibilidad dejará de ser solo una tendencia para ser una necesidad. Desde dispositivos fabricados con materiales reciclados hasta software diseñado para reducir el consumo energético, la industria tecnológica está alineándose con objetivos a largo plazo que buscan reducir la huella de carbono.
Los productos del futuro tendrán que ser no solo más eficientes, sino también más duraderos y reparables, prolongando su vida útil y reduciendo el impacto ambiental
El reto no es menor, pero los pasos están claros. Los productos del futuro tendrán que ser no solo más eficientes, sino también más duraderos y reparables, prolongando su vida útil y reduciendo el impacto ambiental. En un año en el que la tecnología espacial sigue marcando la pauta, los materiales desarrollados para condiciones extremas en misiones lunares o satelitales están encontrando aplicaciones en dispositivos cotidianos, demostrando que el espacio y la Tierra están más conectados de lo que pensamos.
En este camino hacia la sostenibilidad, la durabilidad se convierte en un valor clave. Las certificaciones (damos la bienvenida a IP69) que garantizan la resistencia al agua, al polvo o a los golpes son cada vez más comunes, pero van más allá de lo físico. También hablamos de seguridad digital, de dispositivos preparados para resistir el paso del tiempo, tanto en hardware como en software.
No es casualidad que los fabricantes estén trabajando en terminales fáciles de reparar, con componentes modulares que alargan su ciclo de vida. Este enfoque beneficia al medio ambiente, pero también devuelve a los usuarios una sensación de control sobre los productos que usan, recordándonos que la tecnología debe estar al servicio de las personas, y no al revés.
El espacio como inspiración
Y mientras todo esto ocurre, el espacio sigue siendo la última frontera. La conectividad satelital, que ya está revolucionando las telecomunicaciones, es solo el principio. Este año, Nokia instalará la primera red 4G en la Luna, un hito que no solo impacta en la exploración espacial, sino que también influye en industrias como el retail o la logística. Los materiales diseñados para soportar condiciones extremas están empezando a cambiar la forma en que fabricamos dispositivos en la Tierra, haciendo que lo extraordinario se convierta en cotidiano.
Nostalgia y futuro, un equilibrio necesario
A medida que avanzamos hacia este fascinante futuro es imposible no sentir una punzada de nostalgia por lo que dejamos atrás. La desaparición de Disney Channel en abierto no es solo el cierre de un canal; es un símbolo de cómo nuestras formas de conectarnos y soñar han cambiado. Pero también es una invitación a mirar hacia adelante con esperanza.
Aunque los medios cambien, el deseo humano de conectar y de imaginar no desaparece
Las historias que una vez nos inspiraron siguen vivas en nuestra memoria, y nos recuerdan que, aunque los medios cambien, el deseo humano de conectar y de imaginar no desaparece. Al igual que Phineas y Ferb siempre encontraban nuevas formas de pasar el verano, nosotros también encontraremos maneras de reinventarnos y de construir un mundo mejor.
Precisamente con este nuevo año tenemos por delante una nueva oportunidad de soñar en grande, pero también a actuar con responsabilidad. La tecnología es una herramienta poderosa, pero es nuestra humanidad la que le da sentido. El futuro no es un destino lejano; empieza aquí y ahora. Y, como nos enseñó Disney Channel, la aventura siempre merece la pena.