En el ámbito de la innovación tecnológica, las baterías atómicas han emergido como una solución prometedora para aplicaciones que requieren energía de larga duración.
Dos desarrollos recientes, que llegan desde China y desde el Reino Unido, han captado la atención de la comunidad científica por su enfoque disruptivo. Estas baterías, que emplean isótopos radiactivos como fuente de energía, prometen revolucionar sectores como la medicina, la industria aeroespacial y los dispositivos electrónicos.
Níquel-63, la apuesta de Betavolt Technology
La compañía china Betavolt Technology ha anunciado una batería basada en el níquel-63, un isótopo radiactivo con un periodo de semidesintegración de aproximadamente 100 años. Diseñada para durar 50 años, esta batería está destinada a dispositivos como sensores inteligentes, drones, robots y smartphones.
El níquel-63 genera energía mediante su proceso de desintegración radiactiva, convirtiéndose en un isótopo estable de cobre. Este proceso permite una entrega constante de electricidad, lo que reduce significativamente la necesidad de mantenimiento. Su capacidad para alimentar dispositivos durante décadas la convierte en una opción atractiva para aplicaciones en las que la autonomía es crucial.
La propuesta británica: carbono-14 encapsulado en diamante
Por otro lado, un equipo de científicos de la Universidad de Bristol y la Autoridad de Energía Atómica del Reino Unido ha presentado una batería que utiliza carbono-14, un isótopo radiactivo con una vida media de 5.700 años. Encapsulado en un recinto de diamante, este diseño aprovecha la energía liberada durante la desintegración del carbono-14 para generar electricidad.
El diamante desempeña un papel clave al capturar de manera segura la radiación emitida por el carbono-14 y convertirla en energía utilizable
El diamante desempeña un papel clave al capturar de manera segura la radiación emitida por el carbono-14 y convertirla en energía utilizable. Aunque la potencia generada es limitada —del orden de los microvatios—, su capacidad para durar miles de años la hace ideal para aplicaciones específicas, como implantes médicos, satélites y etiquetas de radiofrecuencia.
Además, las baterías de carbono-14 ofrecen un beneficio ambiental significativo al aprovechar los residuos radiactivos de las centrales nucleares, donde el carbono-14 se encuentra en los bloques de grafito utilizados como moderadores de fisión.
Aunque su potencial es inmenso, las baterías atómicas aún se enfrentan a importantes retos. Su capacidad energética limitada restringe su uso a dispositivos de bajo consumo. Además, garantizar la seguridad en la manipulación de materiales radiactivos es fundamental para su adopción masiva