Este intenso y monotemático debate marcó encuentros clave como el MWC Barcelona 2023 y DigitalES Summit 2023, entre otros, pero también llegó a Bruselas, forzada a una consulta pública a nivel comunitario que concluyó en un Libro Blanco en el que se abría la puerta a una normativa que estableciese precisamente ese fair share, pero llegaron las elecciones europeas y todo se paralizó. Veremos si la futura Comisión Europea retoma estas tareas.
Telefónica ha sido uno de los grandes portavoz de esta petición con su presidente, José María Álvarez-Pallete a la cabeza, o lo era, al menos, hasta hace unos meses cuando el discursó viró y se centró el foco en la necesidad de facilitar las concentraciones intracomunitarias, algo que acoge precisamente Bruselas en su último libro blanco, con la posibilidad de unificar políticas de espectro que permite más sinergias en operaciones corporativas comunitarias.
Las peticiones cambian, pero el aspecto clave que era el fair share parece olvidado por los operadores, o al menos lo hace en sus comunicaciones. Este aspecto no se mencionó ni un vez por parte de los operadores en DigitalES Summit 2024, sí lo hizo, sin embargo, la autoridad reguladora. En el MWC Barcelona 2024, el propio Álvarez-Pallete, que también es presidente de la GSMA, se enfocó en la necesidad de trabajar juntos con el ecosistema y con las grandes tecnológicas en pro de la eficiencia de las redes, dejando a un lado las peticiones del fair share.
Esta misma semana hemos conocido una clave que da respuesta a todo esto. El Grupo Vodafone, que sigue dando servicio tecnológico a Vodafone España, lleva varios meses trabajando en secreto con Meta (la antigua Facebook) para precisamente mejorar la eficiencia de los contenidos audiovisuales, más concretamente los vídeos cortos, de modo que consuman menos recursos de red, al tiempo que Vodafone, por su parte, gestiona de manera independiente estos contenidos para la calidad sea mejor y la conectividad sea más fluida. Telefónica está trabajando en algo similar con la misma Meta en España, aunque de una manera más inicial que la de Vodafone.
Este acuerdo, que en otro momento sería uno más del sector, puede marcar un antes y un después en las telecomunicaciones europeas. Deja así atrás el fenómeno del fair share y abraza lo que durante este año sí se ha repetido en varias ocasiones: eficiencia, eficiencia y eficiencia.
Básicamente esto permite dos cosas: por un lado, que los gigantes tecnológicos, con una inversión en ingeniería, sean capaces de reducir el peso y las necesidades técnicas de sus contenidos más pesados (los vídeos) y, por otro lado, las redes liberan ciertos recursos para mantener la calidad final para el usuario al tiempo que reducen, según las pruebas de Vodafone, de manera significativa (ni Meta ni Vodafone Group han compartido el impacto real de la medida) las necesidades de recursos en las redes.
Hablemos de incongruencias
Las grandes tecnológicas no están libres de culpa. Compañías como Netflix, Google y Meta han diseñado sus servicios para maximizar la calidad y experiencia del usuario sin considerar en ningún caso la eficiencia en el uso de los recursos de red, que es lo que exigían los operadores.
Adoptar estas tecnologías es un ejemplo claro de cómo la industria puede ser más proactiva en la gestión del tráfico de datos
Muchas son las tecnologías, como la comprensión de datos y la optimización de la transmisión, pero no se han desarrollado a la velocidad y escala necesaria para reducir el consumo de ancho de banda. Adoptar estas tecnologías, y otras como edge computing, que reduce la carga en las redes centrales al procesar los datos más cerca de la fuente, es un ejemplo claro de cómo la industria puede ser más proactiva en la gestión del tráfico de datos, pero hay que querer y parece que ahora, con Meta a la cabeza, empiezan a concienciarse.
Los gigantes tecnológicos y los operadores insisten de manera constante en que quieren ser compañías verdes y que el medio ambiente es algo muy importante para ello, pero son casos útiles de verdad como estos los que realmente sirven para reducir las emisiones de CO2, ¿por qué? Porque el consumo más eficiente de las redes requiere de menos energía y, por tanto, se reducen las emisiones. Win-win.
Quizás, y solo quizás, la respuesta no era tanto enfrentarse públicamente en los grandes foros de debate, sino sentarse precisamente a hablar y escucharse unos a otros para poner las miras en la eficiencia de las redes.