La firma estadounidense ha optado por cancelarla debido a dificultades en la obtención de aprobaciones regulatorias. Aunque esta decisión le costará a Intel una comisión por rescisión de aproximadamente 353 millones de dólares, la empresa sostiene que su enfoque en la innovación y el fortalecimiento de su capacidad de fabricación de chips sigue intacto.
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Desde Intel señalan que la cancelación de la adquisición se debe a la imposibilidad de obtener las aprobaciones regulatorias requeridas según el acuerdo de fusión. Pat Gelsinger, CEO de Intel, ha señalado que “estamos ejecutando bien nuestra hoja de ruta para recuperar el liderazgo en el rendimiento de transistores y en el rendimiento energético para 2025, impulsando este 'momentum' junto a los clientes y el ecosistema en general e invirtiendo para ofrecer la huella de fabricación geográficamente diversa y resistente que el mundo necesita”.
La creciente tensión entre Estados Unidos y China ha jugado en contra de ambas compañías para lograr la aprobación de transacciones que requieren la aprobación de los reguladores en Beijing y Washington, principalmente en el mercado de los semiconductores.