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Por Alfonso de Castañeda
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miércoles 23 de abril de 2025, 11:00h

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Intel está a punto de anunciar una reducción de más del 20% de su plantilla global como parte de un nuevo y ambicioso plan de reestructuración interna.

La medida, que podría afectar a más de 20.000 empleados, se enmarca en el objetivo de eliminar capas burocráticas y devolver a la empresa un enfoque claramente centrado en la ingeniería y la innovación. La iniciativa se produce tras un primer recorte de 15.000 puestos de trabajo anunciado en agosto del año pasado.

Este movimiento marcaría la primera gran reestructuración bajo el liderazgo de Lip-Bu Tan, quien asumió el cargo de consejero delegado el mes pasado. Tan, conocido por su trayectoria en Cadence Design Systems, se enfrenta al reto de recuperar la competitividad de un gigante que ha perdido terreno frente a rivales como Nvidia en campos estratégicos como la computación basada en inteligencia artificial.

Una respuesta a años de declive

Intel cerró 2024 con 108.900 empleados, una cifra significativamente inferior a los 124.800 trabajadores que tenía en 2023 tras el primer plan de despidos masivos que aprobó Pat Galsinger. Este progresivo adelgazamiento de su plantilla refleja las dificultades que la compañía ha atravesado en los últimos años: tres ejercicios consecutivos de caída de ingresos, pérdida de liderazgo tecnológico y una estrategia de expansión industrial que no ha dado los frutos esperados.

El nombramiento de Tan y sus primeras decisiones, como la venta del 51% de su división de chips programables Altera a Silver Lake Management, evidencian un cambio de rumbo. El nuevo CEO ha dejado claro que su intención es desprenderse de activos no estratégicos y focalizarse en el desarrollo de productos que vuelvan a colocar a Intel a la vanguardia del sector.

Tan ha defendido la necesidad de “adaptar los procesos de fabricación a las exigencias reales del mercado”

Uno de los objetivos principales de la nueva dirección será recuperar el talento de ingeniería perdido en los últimos años. En su intervención en la conferencia Intel Vision, Tan ha defendido la necesidad de “adaptar los procesos de fabricación a las exigencias reales del mercado” y de “mejorar el balance financiero de la compañía”. También insistió en que el proceso de transformación será lento: “No ocurrirá de la noche a la mañana, pero sé que podemos lograrlo”.

Los analistas coinciden en que, si bien la etapa más aguda del declive de ingresos podría haber quedado atrás, el retorno a los niveles de facturación previos aún es algo lejano. Las estimaciones de Wall Street no proyectan una recuperación total en los próximos años.

La compañía había depositado esperanzas en el Chips and Science Act aprobado en Estados Unidos en 2022, que preveía una fuerte inversión pública para fortalecer la industria nacional de semiconductores. Sin embargo, la iniciativa se encuentra actualmente en revisión bajo la administración de Donald Trump, lo que ha congelado parcialmente los planes de expansión industrial, incluyendo la construcción de una megafactoría en Ohio.

A ello se suma la incertidumbre en torno a una posible alianza con Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC). La colaboración, que había generado expectativas entre inversores, parece haberse enfriado. C. C. Wei, CEO de TSMC, ha declarado que la compañía continuará centrada en su propia línea de negocio.

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