Los dos modelos de taza de Ember (la casera y la de viaje) mantienen la bebida que contengan a la temperatura deseada. La prueba de la taza Ember de viaje me ha ocupado dos etapas muy diferentes. La primera, la clásica: comprobar que funciona como dice que funciona y sirve para lo que promete. La […]
Los dos modelos de taza de Ember (la casera y la de viaje) mantienen la bebida que contengan a la temperatura deseada.
La prueba de la taza Ember de viaje me ha ocupado dos etapas muy diferentes. La primera, la clásica: comprobar que funciona como dice que funciona y sirve para lo que promete. La segunda, ha sido más complicada: ¿a qué lo aplicaría yo en la vida real? O, dicho de otra forma: ¿para qué me lo compraría? Porque no se trata de una taza de porcelana o de aluminio tipo termo que puede costar una decena de euros. Las tazas de Ember son un producto caro: 99,95 euros la doméstica y 179,95 la de viaje.
El modelo que he estado probando ha sido la taza de viaje. Es una especie de termo de 20 centímetros de alto por entre siete y ocho de diámetro (es un centímetro más ancho en la boca que en la base). Como objeto es bonito y tiene un muy logrado diseño industrial. Está fabricado en acero inoxidable con un revestimiento cerámico que le da un muy buen tacto. El esfuerzo de diseño incluye la forma en la que han integrado los controles y en algo fundamental: esos mugs baratos rara vez son herméticos; si alguien se atreve que cierre el suyo (si es de los baratos) y que le dé vuelta. La taza de Ember no pierde ni una gota. La tapa para llenarlo se abre a rosca y para beber se pulsa la zona central de la tapa. Para cerrarla se vuelve a oprimir.
Temperatura idónea
Pero la gran diferencia de Ember es que es un termo electrónico. Frente a los termos convencionales, con éste se puede regular la temperatura entre los 50 y los 62,5 grados centígrados para tomar el café, té o la bebida caliente que queramos a los grados idóneos. Por cierto, en Ember dicen que la temperatura de consumo más adecuada para el café son los 57 grados.
Para lograr esa temperatura, las Ember tienen una serie de sensores en su interior y un sistema de calentamiento junto con un procesador para controlarlo. El mando digital está en la propia marca, en la zona superior. En la parte baja, un LED nos informará del estado de carga de la batería, de la temperatura actual, la programada y el proceso: si está calentando o dejando enfriar. En la base, un anillo sirve para establecer la temperatura que queremos.
Control mediante app
Todas las funciones se pueden controlar también a través de una app gratuita, que además se puede programar para que nos avise del consumo de cafeína que llevamos acumulado en el día. La misma aplicación advierte también cuándo se ha alcanzado la temperatura seleccionada.
La Ember viene con una base de carga; con la batería a tope puede mantener el café a la temperatura elegida durante dos horas fuera de la base de carga y un día entero si está sobre ella.
La segunda parte de la prueba es más complicada. Trataba de responder a la pregunta de ¿para qué la utilizaría en el día a día? Para empezar, la capacidad de la Ember de viaje es de 355 mililitros; algo más de un tercio y mantiene la temperatura durante dos horas. La respuesta es fácil en Estados Unidos, pero en Europa, o más concretamente en España, es más complicada. La forma de tomar café es muy diferente, a pesar de que el café americano se está expandiendo por todo el mundo.
En Estados Unidos es normal que alguien se beba medio litro de café americano (tipo Melita) en un par de horas por la mañana. Es común la imagen de alguien dando pequeños sorbos de café de una gran taza llena de lo que un buen italiano llamaría ese brebaje oscuro, pero a este lado del océano lo tomamos de forma diferente. Con el te sucede algo parecido (o eso creo). Y no se me ocurre alguien bebiéndose un tercio de chocolate en un termo por muy electrónico que sea.