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Por Javier López Tazón
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javierlopezgmailcom/11/11/17
jueves 10 de abril de 2025, 16:00h

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Signify, anteriormente conocida como Philips, ha puesto en marcha un movimiento para sensibilizar sobre los usos de la luz como un elemento de bienestar, de salud, de decoración y, también, de seguridad.

En Europa llevamos casi dos décadas transformando la iluminación de nuestros espacios, hogares, oficinas, espacios públicos... El objetivo de ese movimiento transformados era inicialmente el ahorro energético. El uso de lámparas incandescentes se consideraba una barbaridad desde el punto de vista medioambiental: una buena parte de la energía que se quería emplear para iluminar en realidad se transformaba en calor. De ahí que desde 2009, cada 1 de septiembre se fuera prohibiendo la fabricación e importación de lámparas incandescentes y también halógenas que no cumplieran unos requisitos de eficiencia energética.

El final de esa transición estaba marcado en el 1 de septiembre de 2016. Pero el proceso continuó. Las posibilidades del internet de las cosas junto con la versatilidad de las lámparas LED (y su mejora constante) ha ido descubriendo un mundo de aplicaciones de los sistemas de iluminación conectados.

España ocupa una de las últimas posiciones con apenas un 4% de penetración de sistemas de iluminación inteligente en el hogar

Aunque, la penetración en el mercado de lo que se conoce como iluminación inteligente ha sido muy diferente en función de la latitud de los países: la mayor o menor cantidad de horas de sol marca la diferencia. En nuestro sur, España ocupa una de las últimas posiciones con apenas un 4% de penetración de sistemas de iluminación inteligente en el hogar, a pesar de que en el estudio que Signify ha encargado a Simple Lógica para pulsar el uso y conocimiento en nuestro país el 13% de los encuestados se declaran usuarios de la iluminación conectada.

La gran cantidad de horas de luz en nuestro país juegan en contra de estos sistemas, así que no extraña nada que sea Signify Iberia quien plantee este movimiento, esta campaña de “La cultura de la luz”. Primero, conocer lo que aporta la luz; segundo, entender cómo funciona y cómo nos acompaña a lo largo del día y de las estaciones. Tercero, en su caso, dar el salto a un sistema conectado en el hogar. Y, cuarto, claro, si el sistema es de Signify, miel sobre hojuelas. También es verdad que la multinacional holandesa anteriormente conocida como Philips (todavía mantiene este nombre como marca comercial) cuenta con una gran variedad de productos para interiores y exteriores, controlables a través de WiFi o Bluetooth, más o menos complejos...

Uno de los datos que más nos sorprendieron a los asistentes a la presentación de la campaña fue que, de media, pasamos el 90% de nuestro tiempo en interiores. Con este dato presente, cómo esté iluminado ese interior todavía sube un grado en importancia. Porque la luz influye desde el momento en que nos despertamos hasta cuando caemos dormidos; mejora la concentración o al contrario ayuda a relajarnos; crea ambientes de trabajo o de relax...

Que la luz azul nos activa y ayuda a ponernos en marcha no es algo novedoso. Se sabe desde hace mucho y también se conocen, por ejemplo, los efectos adversos cuando estamos pendientes de las pantallas de móviles o tabletas por la noche. De noche, para conciliar el sueño, hay que buscar otros tonos más apagados y amarillentos.

Tipos de luz y su impacto

El tipo de luz permite acompañarnos en la actividad del día. La neutra, por ejemplo, favorece la productividad en zonas de trabajo; la luz fría ayuda a concentrarnos, mientras que la cálida puede crear ambientes adecuados para los descansos y la relajación.

Pero, una de las últimas aplicaciones de la luz es como complemento de seguridad. Los sistemas inteligentes permiten realizar una simulación de actividad en casa (o en la oficina) para disuadir a un probable ladrón de entrar pensando que hay gente. Además, se puede integrar la luz con un sensor de movimiento conectado con la alarma...

Y además, se mantiene el objetivo de ahorro energético con sistemas cada vez más eficientes y controlando tanto la intensidad como el color más adecuados. Si reducimos intensidad, aumentamos el ahorro. Y el consumo también está vinculado con el color de la luz: el azul es el que menos consume.

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