En el pasado, la industrialización provocó que se apartasen a las personas de algunas tareas productivas. Sin embargo, herramientas basadas en IA como ChatGPT, DALL-E o Midjourney van un paso más allá, ya que son capaces de realizar labores creativas bajo las directrices de un humano y adquieren más conocimientos cuánto más se usan. Esto ha provocado controversia entre profesionales creativos de distintas disciplinas. También entre influencers y creadores de contenido, los grandes protagonistas del mundo digital en el siglo XXI.
Los influencers visibles, pero no tangibles
Cuando pensamos en un influencer, suele venir a nuestra mente una persona física que comparte contenido de diversa tipología en sus redes sociales y que cuenta con cierta relevancia a nivel social. Pero para ser influencer, ya no es necesario mostrarse como persona física. Ni siquiera ser una persona. Así lo demuestran cuentas como ‘Lil Miquela’, un robot con apariencia humanoide con más de 2,8 millones de seguidores en Instagram; la abeja ‘bee_nfluencer’, con casi 250.000 fans en la misma plataforma, o el artista visual ‘Franck Gérard’, con 156.000.
“Resulta sencillo que cualquier creador de contenido, y algunos players del sector, vean el avance de estas tecnologías como una amenaza creciente"
Este último perfil es especialmente interesante, ya que genera todas sus publicaciones con ayuda de herramientas de inteligencia artificial que suplen las funciones de otros profesionales. Además, las tres cuentas citadas rentabilizan su actividad a través de diversas vías como exposiciones, branded content o colaboraciones con marcas. Analizado así, resulta sencillo que cualquier creador de contenido, y algunos players del sector, vean el avance de estas tecnologías como una amenaza creciente. Sin embargo, por mucho que estos modelos de aprendizaje profundo sigan evolucionando, nunca podrán sustituir a un influencer real.
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Emoción e interacción, dos claves del éxito
“Desde mi experiencia he sido cada vez más consciente de la importancia de la humanización de la comunicación en todas sus vertientes”
El trabajo de los creadores de contenido no se limita únicamente a la difusión de contenido. Desde mi experiencia como CEO de GO, agencia de referencia en el sector del influencer marketing, he sido cada vez más consciente de la importancia de la humanización de la comunicación en todas sus vertientes, también en la relación que los talentos digitales mantienen con sus seguidores.
En la era de sobresaturación publicitaria, no basta solo con un contenido atractivo. Los creadores han de conectar con la audiencia de forma profunda y duradera. Esto conlleva, por un lado, la elaboración de estrategias mucho más elaboradas en las que la generación de engagement trasciende su medición cuantitativa y se convierte en una variable cualitativa fundamental, en una emocional.
Por otro lado, los influencers han trascendido las redes sociales. Los eventos en sus múltiples formatos se han convertido en un punto de contacto con sus seguidores y son capaces de proporcionar una experiencia única para posicionar a los talents en la mente de sus la audiencia y, por ende, a las marcas que los acompañan. Además, los creadores de contenido cada vez acaparan más presencia en medios tradicionales y en contenidos para televisión y plataformas, como realities o docuseries. En estos espacios, expresan sus opiniones y comparten su historia vital, generando vínculos que van mucho más allá de lo comercial.
“No hay algoritmo que replique la empatía”
En definitiva, es probable que las herramientas basadas en inteligencia artificial terminen popularizándose para la creación de contenidos o, incluso, terminemos por incorporarlas a nuestras tareas diarias. Sin embargo, a pesar de que haya quien pueda deslumbrarse por el fulgor de la novedad, la conexión que genera un creador que vive y siente con sus seguidores es insustituible tanto para los usuarios como para las marcas. No hay algoritmo que replique la empatía.