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Por Antonio Rodríguez
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infozonamovilidades/4/4/18
martes 12 de noviembre de 2024, 10:00h

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La Unión Europea y China se encuentran en un proceso de negociación con el objetivo de evitar los aranceles adicionales que la UE ha impuesto a los vehículos eléctricos (VE) importados desde el país asiático.

China y la Unión Europea chocan en las negociaciones por los aranceles a coches eléctricos

La Unión Europea y China se encuentran en un proceso de negociación con el objetivo de evitar los aranceles adicionales que la UE ha impuesto a los vehículos eléctricos (VE) importados desde el país asiático.

Sin embargo, según fuentes cercanas al proceso, las conversaciones han registrado avances limitados y las posibilidades de un acuerdo rápido son escasas. La Unión Europea exige que cualquier acuerdo tenga una aplicación efectiva y logre el mismo efecto que los aranceles antidumping aprobados recientemente, una condición que hasta el momento China no ha aceptado plenamente.

La iniciativa de la UE para imponer aranceles a los vehículos eléctricos chinos responde a la preocupación de que los subsidios que el gobierno chino otorga a sus fabricantes distorsionan la competencia en el mercado europeo, en detrimento de las marcas locales.

Estos aranceles adicionales, que alcanzan hasta un 35%, afectarán a varias empresas chinas que exportan coches eléctricos a Europa, incluidas SAIC, Geely, BYD y Tesla (en sus modelos producidos en China). La medida pretende nivelar el campo de juego para los fabricantes europeos y fomentar una competencia justa en un sector en crecimiento.

En busca de un acuerdo: Precios y volúmenes

Ambas partes han discutido la posibilidad de implementar un “compromiso de precios”, un mecanismo que controlaría los precios y las cantidades de VE exportados a la UE, con el objetivo de evitar la aplicación de los aranceles.

Este tipo de acuerdo permitiría regular el flujo de vehículos eléctricos chinos hacia el mercado europeo, garantizando que los precios no estén influenciados por subsidios estatales. Sin embargo, hasta ahora, las negociaciones se han centrado en establecer un sistema de comunicación entre Bruselas y Beijing, y en prevenir la "compensación cruzada", es decir, evitar que las empresas chinas compensen los costes mediante la venta de otros productos, como vehículos híbridos o componentes adicionales.

El choque ya ha llegado a la OMC

Uno de los principales puntos de fricción entre ambas partes es el tipo de acuerdo que desean alcanzar. La Unión Europea ha sugerido la posibilidad de firmar acuerdos individuales con ciertos fabricantes, incluidas empresas conjuntas entre marcas europeas y chinas. Según la UE, esta modalidad cumpliría con las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Sin embargo, China insiste en negociar un acuerdo marco que incluya a todos los fabricantes, bajo la supervisión de una entidad comercial china. Esta diferencia de enfoques ha complicado el avance de las conversaciones y refleja las distantes posturas de ambas partes sobre la mejor manera de regular el comercio de vehículos eléctricos.

En respuesta a los aranceles de la UE, China ha amenazado con imponer sus propios aranceles sobre productos europeos, como productos lácteos, carne de cerdo y brandy. La Unión Europea, por su parte, ha señalado que protegerá sus intereses y se ha resistido a vincular las investigaciones arancelarias a un acuerdo más amplio de intercambio de concesiones. La posibilidad de una escalada en la guerra comercial añade presión a las negociaciones, que ahora también se desarrollan en el marco de una disputa oficial en la OMC.

A principios de noviembre, China solicitó formalmente la celebración de consultas con la UE en la OMC para tratar el tema de los aranceles a los VE. Este proceso es el primer paso en el mecanismo de resolución de disputas de la organización y podría llevar a un litigio más prolongado si ambas partes no logran un acuerdo preliminar. Esta medida subraya la intención de China de cuestionar la legalidad de los aranceles impuestos por la UE y sugiere que Beijing no está dispuesta a aceptar fácilmente las condiciones europeas sin dar batalla en el ámbito comercial internacional.

Las negociaciones continúan, pero la falta de flexibilidad en las posiciones de ambos lados hace que un desenlace favorable parezca lejano. La UE mantiene su postura de exigir compromisos estrictos y verificables, mientras que China intenta proteger los intereses de su industria automotriz sin ceder a las demandas europeas.

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