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Grundig G402i. Fácil, completo, sorprendente (II)

Miércoles 22 de octubre de 2014

Por detrás Si giramos el terminal, algunos detalles: una rebaba en la parte superior con dos orificios cuyo fin es atar un colgador de cuello o pulsera y la tapa de la batería, donde vemos otra vez el logo del operador. Un pequeño cierre nos permite abrirla y retirarla para dejar a la vista la batería (Li-ion 700 mAh, con un tiempo en espera de algo más de diez días y en conversación de tres horas), la cuna de la tarjeta SIM y el número IMEI, el cual debemos recordar que conviene apuntarlo en documento aparte por si ocurriera alguna eventualidad con el teléfono. Para encajar de nuevo la tapa basta con encajar los dientes superiores, los intermedios y el anclaje.

De lado En el lateral izquierdo, el 402i dispone de una tecla doble que en llamada o reproducción de sonido aumenta o disminuye el volumen; en modo menú o submenú, sirve para moverse por él hacia arriba o hacia abajo; con la cámara encendida para disparar o activar un temporizador de 10 segundos y en reposo para poner en marcha la cámara (arriba) o desplegar los modos: silencio, vibrador, reunión, muy alto, normal, mi perfil 1, 2 ó 3. Cada uno de ellos se puede personalizar en menú > ajustes > audio > modos. Debajo del botón multifunción doble, prácticamente imperceptible, está el puerto de infrarrojos IrDA el cual se activa en menú > extras > conectividad y que comparte submenú con Bluetooth. Ambas tecnologías permiten la conexión inalámbrica entre dispositivos para transmitir datos, imágenes o sonido. La diferencia entre ellas es que la primera requiere enfrentar los dos puertos de los terminales a una distancia máxima de un par de centímetros (en el caso de un ordenador de mesa hace falta un lector de infrarrojos), y la segunda, facilita la conexión con cualquier dispositivo Bluetooth en un entorno de 10 metros, sin necesidad de acercarse; solamente hay que vincularlos (una operación muy sencilla)

Abierto Cuando deslizamos la tapa del G402i aparece el teclado alfanumérico convencional y retroiluminado. Como dato curioso, hay que contar que en el momento en que entra una llamada, todo el conjunto de luces del teléfono parpadea al ritmo de la música seleccionada (el terminal cuenta con 32 melodías polifónicas de serie, pero se pueden descargar de e-moción muchas más). En la línea de la base de la pantalla hay ahora tres iconos: el acceso directo a mensajes, al menú y a e-moción. Si abrimos el menú, el sistema nos muestra nueve iconos animados cuya función aparece escrita en la parte superior, al tiempo que la selección se enmarca en una burbuja: Aplicaciones (cámara, vídeo y grabadora), Llamadas (lista, buzón de voz, nº útiles y opciones de llamada), Ocio (videojuegos en versión demo, alertas, yavoy y dedicatorias), Multimedia (melodías, imágenes, marcos, vídeos, movilfoto, álbum), Agenda (con los datos de los contactos y los servicios del operador), Mensajes (corto, multimedia, movilfoto, e-chat y e-correomovil), Ajustes (teléfono, audio, conexiones, seguridad y red), e-moción, y extras (Movistar, alarma, calculadora, calendario y conectividad) son las raíces de una serie de submenú que nos llevan hasta el último rincón del teléfono y, lo que es mejor, hasta los más recónditos servicios del operador. En caso de error, una destacada flecha siempre nos permite volver atrás.

La i de i-mode Hace ya algunos años, Telefónica alcanzó un acuerdo con el operador japonés más puntero del mundo, NTT DoCoMo, para importar a España el sistema de navegación y descarga de contenidos y aplicaciones más revolucionario de la corta historia de la movilidad. Su nombre era i-mode y requería unas características técnicas determinadas, así como terminales específicos. En aras de relanzar e-moción, Telefónica Móviles tomó la decisión de comercializar i-mode bajo esta marca, de forma que sólo se diferencian los terminales con tecnología de navegación japonesa por la “i” que acompaña a su nombre (en este caso G402i). 




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