Hace unos días he empezado a leerlo. Ya leí ‘La Singularidad está cerca’, editado en 2005, y en él ya decía Kurzweil que allá por 2045 la inteligencia no biológica sería miles de millones de veces superior a la inteligencia biológica.
En su nuevo texto se reafirma, e incluso señala que, en ese futuro que está cada vez más cerca, la cuestión es que personas y máquinas nos fusionaremos en una sola. La pregunta no es si lo haremos o no, sino cuándo.
En ‘la singularidad está más cerca’ Kurzweil repasa los grandes avances que se están haciendo en la actualidad con los grandes modelos del lenguaje -en su libro no habla de DeepSeek porque su aparición es posterior al cierre de su edición-, pero llega a señalar que “durante la próxima década las personas van a interactuar con una IA que parecerá de verdad un ser humano, y las interfaces cerebro-ordenador más sencillas tendrán un gran impacto en la vida cotidiana”.
"La convergencia entre una IA capaz de mejorarse a sí misma y una nanotecnología que ya estará madura permitirá conectar a los humanos con sus creaciones mecánicas de una forma nunca vista en el pasado”
Así, en la década de 2030, afirma Kurzweil, “la convergencia entre una IA capaz de mejorarse a sí misma y una nanotecnología que ya estará madura permitirá conectar a los humanos con sus creaciones mecánicas de una forma nunca vista en el pasado”. Quien quiera ver estas palabras del científico de Google llevadas al cine no tiene más que ver la película protagonizada por Johnny Deep, Trascendence, en la que un investigador en inteligencia artificial crea con nanorobots una máquina que tiene consciencia y es autosuficiente. No cuento más, por si alguien de los que leen este artículo quiere verla.
No obstante, Ray Kurzweil tantea y avisa de los riesgos de todos los desarrollos, presentes y futuros, en torno a la inteligencia artificial: “Si podemos afrontar los desafíos científicos, éticos, sociales y políticos que plantearán estos avances, en 2045 transformaremos profundamente la vida en la Tierra, y de forma muy positiva. Pero si fracasamos, nuestra propia supervivencia se verá amenazada”.
Nos encontramos en los años más apasionantes y trascendentales de la historia humana. Lo dice Kurzweil en su libro, que tan sólo acabo de empezar a leer, y del que espero poder volver a escribir otro artículo una vez que lo concluya. Pero para concluir este texto, ahí va otra frase para la gloria del autor, y de muchos de sus seguidores que incluso ya están intentado materializarla: “ampliar el cerebro con ordenadores no biológicos nos permitirá añadir muchas más capas al neocórtex, lo cual abrirá la puerta a un nivel de cognición mucho más complejo y abstracto de lo que podemos imaginar en la actualidad”.
"La inteligencia artificial ya no será un competidor, sino que se convertirá en una extensión de nosotros mismos"
Y en este sentido confirma Kurzweil, “la inteligencia artificial ya no será un competidor, sino que se convertirá en una extensión de nosotros mismos. Y en el momento que esto ocurra, los fragmentos no biológicos del cerebro humano nos proporcionarán una capacidad cognitiva miles de veces superior a la que hoy nos ofrecen sus componentes orgánicos”.
Y aquí lo dejo, de momento, aunque estoy seguro que científicos reputados como Rafael Yuste o Ramón López de Mántaras, por citar algunos de este país, tienen mucho que objetar a estas afirmaciones que se vierten en el texto de Ray Kurzweil.