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La emboscada en Moncloa, así se gestó el asalto del Gobierno a Telefónica

José María Álvarez-Pallete, expresidente de Telefónica
Alfonso de Castañeda | Lunes 20 de enero de 2025
Era una tarde fría en Madrid cuando José María Álvarez-Pallete, aún presidente ejecutivo de Telefónica, atravesaba las puertas del Palacio de la Moncloa, convocado para una reunión de última hora con altos representes del Gobierno y los principales accionistas del operador (LaCaixa y STC).

Para muchos, esta era solo una cita más en su apretada agenda; para otros, el preludio de un cambio que marcaría un antes y un después en la historia de la mayor empresa de telecomunicaciones de España. En realidad, lo que estaba a punto de suceder era el desenlace de un plan meticulosamente orquestado desde las esferas más altas del poder.

Alrededor de la mesa, el pasado viernes 17 de enero, se encontraban Manuel de la Rocha, secretario de Estado de Asuntos Económicos y mano derecha de Pedro Sánchez; Ángel Simón, consejero delegado de CriteriaCaixa, y un representante del grupo saudí STC, cuya identidad no ha trascendido. La atmósfera era tensa, cargada de un silencio incómodo que ninguno de los presentes parecía dispuesto a romper. Álvarez-Pallete, un veterano acostumbrado a navegar las complejidades políticas y empresariales, intuyó que algo grave se estaba fraguando.

Simón comunicó al aún presidente de Telefónica que los accionistas habían perdido la confianza en su liderazgo y que consideraban necesaria una “gran reestructuración”

Fue Simón quien toma en primer lugar la palabra. Con un tono mesurado, pero firme, comunica al aún presidente de Telefónica que los accionistas habían perdido la confianza en su liderazgo y que consideraban necesaria una “gran reestructuración” al frente de la compañía. Las palabras golpearon como un mazazo al ejecutivo madrileño, quien llevaba casi una década al mando, enfrentándose a desafíos como la crisis económica, la pandemia, el Brexit, la digitalización de la empresa y la competencia feroz en el sector.

El relevo no ha sido improvisado. Según fuentes cercanas, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, había tomado la decisión semanas atrás. La entrada de STC en el accionariado en 2023, con una participación del 9,97%, generó inquietud en Moncloa. Sánchez, desconfiando de las intenciones saudíes, aprovechó esta oportunidad para consolidar el control estatal sobre Telefónica a través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), que ya posee un 10% de la compañía.

La apuesta por Murtra, actual presidente de Indra y figura afín al entorno socialista, ya había sido acordada con los principales accionistas. El Ejecutivo había convencido a CriteriaCaixa y a STC de la necesidad de un cambio de rumbo, asegurando que Murtra era el hombre adecuado para liderar una nueva etapa en Telefónica.

Entre la decepción y la lealtad

A pesar del impacto de la decisión, Álvarez-Pallete optó por la diplomacia. Rechazó generar un enfrentamiento en el consejo de administración y presentó su dimisión de forma inmediata. Según personas de su entorno, el directivo expresó su decepción, especialmente con CriteriaCaixa, que había sido uno de sus principales aliados durante su gestión.

El consejo extraordinario celebrado al día siguiente selló oficialmente su salida. En un comunicado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Telefónica justificó el movimiento como una medida necesaria para “adecuar la presidencia a la nueva estructura accionarial”. Sin embargo, el trasfondo político del cambio es evidente para todos los observadores.

La salida de Álvarez-Pallete y la llegada de Marc Murtra como presidente ejecutivo abren un capítulo incierto para Telefónica.

La salida de Álvarez-Pallete y la llegada de Marc Murtra como presidente ejecutivo abren un capítulo incierto para Telefónica. La compañía, considerada un pilar estratégico de la economía española, se enfrenta actualmente a importantes, desde la implementación de nuevas tecnologías como la 5G y la 6G, hasta la competencia de gigantes tecnológicos.

Además, el movimiento plantea serias preguntas sobre la independencia corporativa y el impacto de las decisiones políticas en empresas clave del país. La rapidez y opacidad con la que se llevó a cabo el relevo han despertado críticas entre analistas y expertos, que temen que esta intervención pueda erosionar la confianza de los inversores.

Para Álvarez-Pallete, esta no era una situación inesperada. Desde la entrada del Estado en el capital de Telefónica, el ejecutivo sabía que su continuidad estaba en riesgo. “Hay momentos en los que lo gris se vuelve negro”, comentó en el pasado refiriéndose a decisiones críticas. Este fue uno de esos momentos.

Ahora, el expresidente se enfrenta a un nuevo capítulo en su vida profesional, mientras Telefónica lidia con las consecuencias de una maniobra que, aunque calculada, alterará el rumbo de una de las empresas más emblemáticas de España.

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