La compleja situación geopolítica en Europa, Oriente Medio y Estados Unidos puede desviar la atención al desafío de reforzar la inversión en innovación, desarrollo tecnológico y fortalecimiento industrial como motores fundamentales de la economía española y dificultar la hoja de ruta necesaria para alcanzarlo. Nuestro país debe redoblar esfuerzos para que esta prioridad, ampliamente reconocida, se traduzca en acciones concretas que pongan el foco principal en incrementar la inversión privada en I+D+I, un área donde España aún está lejos de los estándares internacionales. Aunque, según datos recientes de Cotec, la inversión española en este campo creció en 2023 más del doble que el promedio europeo, sigue representando solo el 1,49% del PIB, frente al 2,25% de media en Europa.
"Las políticas públicas deben rediseñarse para compartir el riesgo que asumen las empresas al invertir en tecnología"
Para cerrar esta brecha, identificamos varias áreas de actuación. La primera, es crucial optimizar los incentivos fiscales para fomentar la inversión empresarial en I+D+I. Esto implica revisar los beneficios fiscales existentes, simplificar los procesos burocráticos y alinear las políticas fiscales con los objetivos de innovación. Además, las políticas públicas deben rediseñarse para compartir el riesgo que asumen las empresas al invertir en tecnología. Herramientas como garantías, ayudas directas y mecanismos financieros pueden reducir la incertidumbre, especialmente en sectores emergentes. Dado que la mayor parte del tejido empresarial español está compuesto por micropymes, es esencial asegurar que estas también tengan acceso a los beneficios de estas iniciativas. Las convocatorias públicas deben responder a una visión estratégica a largo plazo, incentivando de manera real y efectiva la participación del talento y fomentando la colaboración como pilar clave.
La cooperación entre agentes a nivel regional, nacional e internacional es otro punto fundamental. Para ello, se necesitan políticas armonizadas que fomenten la colaboración interregional. Las sinergias entre el sector público y privado también deben reforzarse, asegurando que las estrategias a nivel regional y nacional estén alineadas para maximizar su impacto. Garantizar la coherencia entre estas políticas permitirá un impulso más efectivo y sostenible de la I+D+I, consolidando una red de colaboración que potencie las capacidades de todos los agentes involucrados.
Por último, pero no menos importante, es imprescindible fortalecer el rol de los Centros Tecnológicos como actores estratégicos dentro del sistema de I+D+I español. Los datos hablan por sí solos y los Centros han demostrado ser aliados esenciales para elevar la posición de España en el ranking internacional de innovación. Según datos de CDTI, España logró captar 3.974 millones de euros en el programa Horizon Europe, lo que representa el 11,7% del total. Aunque este es un resultado positivo, es crucial analizar no solo el volumen de fondos obtenidos, sino también la productividad, el impacto en las empresas y el coste-beneficio de los proyectos financiados. En estos aspectos, los Centros Tecnológicos destacan. Con una tasa de éxito del 24,3% y un total de 659 actividades de I+D+I financiadas, los centros tecnológicos españoles han obtenido un retorno de 519 millones de euros en el programa Horizonte Europa 2021-2023. Esta cifra representa el 13% del retorno total logrado por las entidades españolas, situándose solo por detrás de las empresas (32,7%) y las universidades (21,6%).
1 de cada 4 proyectos de Horizon Europe está liderado por un centro tecnológico español
Aunque estos resultados son notables, destaca especialmente la capacidad de liderazgo de los centros tecnológicos en los proyectos financiados. A pesar de contar con una plantilla conjunta de poco más de 10.500 profesionales y representar solo el 11,34% de las actividades de I+D+I financiadas, los centros tecnológicos coordinan el 25,37% de los proyectos. Esto significa que 1 de cada 4 proyectos de Horizon Europe está liderado por un centro tecnológico español, lo que pone de manifiesto la confianza del sistema en su capacidad para liderar, generar ecosistemas de colaboración y ejercer un efecto tractor entre las empresas, principales participantes del programa marco.
Sin duda, un aspecto destacado es su capacidad para fomentar la participación industrial. Según EARTO, la participación de empresas en consorcios del Programa Marco es del 36% cuando hay Centros Tecnológicos involucrados, frente al 27% cuando no lo están. Esto demuestra su rol crucial en la creación de ecosistemas colaborativos. Reconocer su importancia en las políticas públicas, mejorar su integración en los ecosistemas de innovación y garantizar una financiación estable son medidas clave para potenciar su transferencia tecnológica y aprovechar al máximo su efecto tractor sobre las empresas.
De cara a 2025, los retos en I+D+I estarán marcados por la respuesta europea al nuevo Programa Marco que entrará en vigor en 2028 y por el apoyo a los fondos destinados al desarrollo tecnológico. En el ámbito nacional, se espera con interés el nuevo plan estratégico del CDTI, que presumiblemente reforzará los ecosistemas de innovación y la colaboración entre regiones y agentes. Además, será un año clave para evaluar el impacto de la nueva Ley de Industria y Autonomía Estratégica publicada por el Ministerio de Industria. Esta legislación podría marcar un punto de inflexión en el fortalecimiento de la industria y en el desarrollo de activos tecnológicos en el país.
Es vital consolidar redes de cooperación y adoptar medidas concretas que impulsen un modelo productivo basado en el conocimiento y la transferencia tecnológica. Desde Fedit, reafirmamos nuestro compromiso con este objetivo y ponemos a disposición los Centros Tecnológicos, convencidos de que un sistema de innovación robusto es clave para garantizar el futuro económico y social de nuestro país.
Autora: Laura Olcina, presidenta de FEDIT