En un intento por proteger a los menores de los riesgos asociados al entorno digital, el Gobierno español, asesorado por un comité de 50 expertos, ha lanzado un informe con 107 medidas clave para transformar la relación de niños y adolescentes con la tecnología.
El nuevo informe para proteger a los menores del entorno digital, aprobado por el Consejo de Ministros y elaborado por un grupo multidisciplinar que incluye pediatras, psicólogos, educadores y expertos en ciberseguridad, denuncia que los algoritmos de plataformas como Instagram o TikTok no están regulados y que los controles de edad actuales son insuficientes.
Los expertos no solo señalan los riesgos de la tecnología, como problemas de sueño, fatiga visual o deterioro de relaciones familiares, sino que también destacan su impacto en la salud mental, incluyendo adicciones digitales. Por ello, proponen definir estos trastornos como un problema de salud pública.
Desde solo ofrecer teléfonos analógicos hasta los 16 años, hasta la reducción de pantallas en los centros educativos priorizando los métodos analógicos; este nuevo informe recoge hasta 107 medidas y propuestas que podrían aplicarse con el objetivo de mejorar la relación entre los jóvenes y la tecnología.
Entre las propuestas más llamativas destacan especialmente las ya mencionadas hasta ahora, además de la verificación de edad sólida para acceder a ciertos contenidos “inapropiados”, los controles parentales instalados por defecto en todos los dispositivos, la inclusión de advertencias sobre efectos adversos relacionados con el uso de la tecnología así como sobre el tiempo máximo de uso recomendado, entre otras.
El informe sugiere implicar a las familias, ofreciendo formación en privacidad, ciberseguridad y responsabilidad legal en el uso de dispositivos digitales. Los padres deben liderar con el ejemplo, limitando su uso de pantallas en presencia de menores y fomentando contratos familiares que definan reglas claras sobre el uso de la tecnología.
Con estas medidas, el Gobierno busca un equilibrio entre aprovechar las ventajas de la tecnología y proteger a los menores de sus riesgos. Este enfoque podría suponer un paso valiente a nivel europeo hacia una educación digital más saludable y consciente, poniendo el bienestar de los jóvenes en el centro de la era digital.