En medio de esta tragedia sin precedentes, estamos siendo testigos de dos actitudes entre las empresas. Por un lado están las compañías que han optado por comprometerse de manera directa con la situación y los afectados en una de las mayores tragedias de la historia reciente en España, como las empresas de telecomunicaciones que se han volcado con la situación y a la que hay que aplaudir por su actitud y labor en los últimos días.
Por otro lado nos encontramos con el clamoroso silencio y la inacción de grandes compañías que operan en nuestro país con facturaciones multimillonarias, entre las que podemos encontrar a la gran mayoría de empresas tecnológicas a las que no hace falta mencionar, pero que todos tenemos en la cabeza (telefonía móvil, aplicaciones, redes sociales, wearables, cloud, IA, ciberseguridad, ecommerce, …).
La actitud de las compañías de telecomunicaciones ha sido ejemplar. Movistar, Vodafone, MasOrange y otras empresas del sector se han volcado desde el primer momento para mitigar, en la medida de lo posible, los estragos de la DANA. Incluso el COITT/AEGITT ha ofrecido su cooperación para tratar de recuperar la conectividad.
Estas compañías han ofrecido servicios gratuitos, han desplegado estaciones móviles temporales para mantener conectadas a las zonas afectadas y han suspendido los pagos de tarifas para los clientes en áreas devastadas.
En situaciones como esta, la comunicación es vital: permite coordinar equipos de rescate, mantener informada a la población y asegurar que las familias puedan estar en contacto con sus seres queridos. Las telecos han entendido esta necesidad y han respondido con rapidez y eficacia, poniéndose al servicio de la comunidad y demostrando una empatía y compromiso que, tristemente, escasean en otros sectores.
El contraste con las grandes tecnológicas no podría ser más evidente. Estas compañías que no dudan en señalar España como un mercado estratégico, y cuyos altos directivos ensalzan la importancia del país para sus operaciones en Europa, han brillado por su ausencia en una tragedia de tal magnitud. En un momento en que la sociedad necesita el respaldo de quienes cuentan con los mayores recursos, las grandes tecnológicas parecen haber optado por mirar hacia otro lado, evadiendo una responsabilidad que va más allá de los márgenes de beneficio.
"Las grandes tecnológicas cuentan con infraestructuras, tecnologías y, sobre todo, personal con conocimientos especializados que podrían ser esenciales en la gestión de la crisis"
Las expectativas hacia estas empresas no son arbitrarias. Las grandes tecnológicas cuentan con infraestructuras, tecnologías y, sobre todo, personal con conocimientos especializados que podrían ser esenciales en la gestión de la crisis. Plataformas de comunicación y redes sociales, servicios en la nube o tecnología de rastreo y geolocalización podrían haber facilitado la comunicación en áreas incomunicadas, o incluso ayudar en la logística y despliegue de equipos de rescate. Las herramientas tecnológicas que diariamente conectan al mundo podrían haber sido adaptadas en estos momentos para conectar a los afectados, apoyar la coordinación de voluntarios o hacer más eficiente el acceso a información crucial. Sin embargo, la respuesta ha sido mayoritariamente el silencio.
Más allá de una simple donación monetaria, que en la mayoría de casos tampoco han hecho, estas empresas tienen los recursos para proporcionar una ayuda logística y técnica que otras no pueden ofrecer.
Si me has leído en otras ocasiones sabrás que no soy la persona más aficionada a Apple ni a sus acciones ni productos de los que desde hace años critico su falta de innovación, sin embargo, cuando las cosas se hacen bien, hay que aplaudirlo.
Su CEO global, Tim Cook, respondió de inmediato a la trágica situación con un mensaje en sus redes sociales: “Estamos pensando en todos los afectados por las devastadoras inundaciones repentinas en la región de Valencia, España” y ha anunciado que “Apple hará una donación para ayudar con las tareas de socorro en el lugar”.
Más tarde se ha podido confirmar que se trata de una donación de 5 millones de euros, la más alta registrada hasta la fecha por las compañías que voluntariamente han optado por destinar parte de sus beneficios a colaborar y tratar de aliviar la crisis.
Asimismo, la patronal tecnológica Ametic ha hecho un llamamiento a sus asociados para tratar de aunar esfuerzos y apoyar a las personas y empresas afectadas por la DANA, mientras que otras entidades como Oppo han acordado realizar una donación a la Cruz Roja para colaborar en las labores de ayuda y auxilio a las víctimas, tal y como ha podido confirmar Zonamovilidad.es.
También el fabricante de smartphones Vivo ha lanzado una campaña de donaciones con la que busca recaudar unos 40.000 euros que donará a World Central Kitchen (WCK), una organización que utiliza el poder de la comida para nutrir comunidades y fortalecer economías en todo el mundo, y que duplicará cada euro donado por una persona independiente, esto significa que, si una persona dona 10 euros, Vivo aportará otros 10 euros.
Empresas más pequeñas como Save Store, que recientemente ha trasladado a España su sede central desde Francia, ha anunciado un proyecto para desoxidar gratis los smartphones que hayan sido dañados por el agua durante todo el mes de noviembre en los establecimientos Save Store situados en el Carrefour de La Eliana y El Corte Inglés de Colón, donde los técnicos de la compañía procederán a la desoxidación gratuita de sus smartphones.
Las empresas tecnológicas manejan cifras astronómicas de ingresos y beneficios anuales, y no es ningún secreto que España es uno de sus mercados más importantes. La penetración de dispositivos y servicios de estas grandes compañías en nuestro país es altísima, pero, a la hora de la verdad, cuando el país necesita de sus recursos, se han mostrado ajenas a la tragedia.
En tiempos donde la responsabilidad social debería ser una prioridad, las grandes tecnológicas han optado por el silencio y la indiferencia, como si esta tragedia no fuera con ellas, como si los usuarios españoles, que sostienen sus multimillonarios beneficios, no merecieran una respuesta en estos momentos de crisis.
"Exigir ayuda no es una opción, cada uno colabora, en la medida de lo posible, con las cosas que considere. La indiferencia tampoco lo es"
Podrían haber movilizado fondos, tecnología y personal para ayudar en las tareas de rescate, para facilitar la conectividad en áreas aisladas, para apoyar la recuperación de las comunidades afectadas, pero han optado por la indiferencia. Exigir ayuda no es una opción, cada uno colabora, en la medida de lo posible, con las cosas que considere, la indiferencia tampoco lo es.
Por el contrario, las empresas de telecomunicaciones han entendido que su papel en esta tragedia es crucial. Saben que una llamada puede ser la diferencia entre la vida y la muerte, que el acceso a internet puede permitir a los afectados informarse y organizarse. Han puesto sus redes y sus equipos a disposición del bien común, priorizando el bienestar de las personas sobre los beneficios, al menos temporalmente. Esto es lo que se espera de empresas que operan en un país y que pretenden contar con la confianza y lealtad de sus clientes.
Las grandes tecnológicas han fallado en el momento en que debían estar presentes. Que su silencio no sea olvidado.