Opinión

Mi vieja lavadora

Pilar Bernat | Miércoles 22 de octubre de 2014

Pues estamos en 2012; frío intenso aunque sin exagerar. Las navidades nos dejaron tantos puentes que no se puede decir que la actividad haya sido frenética (lo normal en un país en crisis); pero los americanos no celebran Los Reyes -sus relaciones con Oriente Medio aún no parecen claras- y mientras nosotros comíamos roscón, se dedicaron a montar una feria, el CES, que nos ha dejado, noticias, presentaciones, convergencia y lo más importante, ECOSISTEMAS.
Y es que este mundo nuestro no para y hay que renovarse o morir, subirse al tren y seguir avanzando no con los tiempos, sino adelantándose a ellos.
Por eso, la revista se renueva. Hemos pensado, por ejemplo, que esos entornos multidispositivos interconectados deben tener reflejo en nuestra publicación; que debemos estar atentos a la electrónica de consumo inteligente –es probable que muy pronto veamos teles con chips-; que las noticias, imbuidos en un mundo digital, ya no son tales; pero, sin embargo, que si debemos resumir aquello de lo que se habló a lo largo del mes. Consideramos que las novedades en cuestión de movilidad e interconexión ahora deben clasificarse para diferenciar lo que ocurre en el hogar, en telefonía o en tecnología en general y que el software, los servicios, el ocio, los juegos o los sistemas de navegación deben ser mimados para no dejar huecos en nuestra labor. Creemos, por tanto, que nuestro universo teleco ha evolucionado tanto que ahora lo que fueron satélites forman parte de una infinita constelación.
No sabemos si nuestra decisión es acertada, pero nuestro principio ha sido siempre mantenernos fieles a nuestra cabecera y si los contenidos que se cobijan bajo los términos ‘telefonía’ y ‘comunicaciones’ crecen, nosotros debemos ampliar nuestro espectro.
En fin, recuerdo que en mis primeros años de vida, pequeña en una casa de muchísimos mayores, me sentaba frente a la lavadora a pensar o a soñar mientras veía el tambor dando vueltas. Quien sabe cuantas cosas le transmitiría mi pensamiento a aquella máquina… lo que nunca imaginé es que un día podría llamarla por teléfono y contárselas…






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