Al mezclar procesos científicos relacionados con la tecnología y procesos científicos relacionados con la biología y en este caso, más concretamente, con la neurociencia, obtenemos resultados que pueden resultar realmente prometedores a futuro.
Con el claro objetivo de estudiar su desarrollo, estos expertos de la Universidad de Cambridge han llevado a cabo una investigación médica en busca de nuevos métodos para curar o tratar enfermedades que ha desembocado en la creación de un mini cerebro (organoide) capaz de generar movimiento muscular. Este pequeño órgano del tamaño de una lenteja, ha sido obtenido a partir de células madre humanas y podría ser el primer paso de la cura de muchas enfermedades, además de un avance considerable hacia la llegada de seres que combinen cuerpos tecnológicos y mentes humanas.
La capacidad de crear organoides con materiales biológicos lleva a la ciencia y la tecnología a abrir puertas hasta ahora inexploradas como la combinación de elementos tecnológicos y biológicos en un mismo ser, lo que se conoce comúnmente como un cyborg. No necesariamente hablamos de un ser humanoide con capacidades superiores a la humana, sino de pequeños elementos tecnológicos con la capacidad de superar la inteligencia artificial y pasar a la inteligencia real gracias a disponer de un cerebro humano biológico funcional.
Por el momento, este experimento ha llevado a los científicos a estudiar el crecimiento de este mini cerebro, observando que al estar construido por tejido neuronal generado a partir de células madre, es capaz de formar estructuras similares a las de los cerebros embrionarios humanos, por lo que al juntar este organoide con la médula espinal de un ratón, se ha podido comprobar que es capaz de generar movimientos musculares.
Es evidente que los descubrimientos pendientes alrededor del cerebro humano todavía son muchos y la comunidad científica está todavía lejos de lograr un sistema de conectividad neuronal estable, pero se trata de la primera vez que se logra generar tractos nerviosos funcionales con organoides de este tipo, algo que nos sitúa mucho más cerca de obtener resultados y soluciones viables para poder aplicar este tipo de organoides a elementos tecnológicos.
Según Madeline Lancaster, directora del estudio en el Laboratorio de Biología Molecular de la Universidad de Cambridge, ha explicado que “obviamente, no solo estamos tratando de crear algo para divertirnos. Queremos usar esto para modelar enfermedades y entender cómo se forman estas redes neuronales”, para posteriormente tener la oportunidad de aplicar esta tecnología en multitud de ámbitos innovadores distintos.