Según ha declarado Amparo, "la IA y la ética deben ir juntas de la mano ya que esta tecnología no solo cambia las herramientas sino que provoca un cambio global en la sociedad".
La llegada de la IA, al igual que ocurrió con otras tecnologías como la máquina de vapor o la electricidad, supone un cambio de paradigma que ya está provocando un desplazamiento del equilibrio geopolítico, cambios en la economía, en el empleo, en la educación y la construcción de nuevas normas sociales aplicables a esta tecnología. Esto provoca una adaptación por parte de la sociedad frente a la tecnología y viceversa, pero para hacerlo de forma adecuada es necesario identificar los dilemas éticos que el manejo de grandes cantidades de datos por parte de la IA puede llegar a ocasionar.
La ruptura de la privacidad es un riesgo vigente, al igual que lo es el sesgo de los datos por parte de estas herramientas. Al existir un número limitado de programadores, a día de hoy, esta tecnología identifica de forma más sencilla a los hombres blancos frente a cualquier otro género o raza, generando un desbalance de eficiencia. Además, el consumo de energía por parte de esta tecnología es masivo, un problema más que se suma a un entorno social cada vez más consciente del impacto medioambiental de la tecnología.
Estos motivos son el desencadenante para que administraciones públicas, empresas, desarrolladores y ciudadanos tomen consciencia y trabajen juntos de cara a regular esta tecnología y hacerla más ética y confiable. Soluciones como la carta de neuro derechos o los derechos digitales logran que estas herramientas no puedan influir en el comportamiento de los usuarios, mientras que modelos con algoritmos más ligeros, logran reducir el consumo energético sin perder precisión.
En España, Amparo ha aclarado que el gobierno ha creado la Agencia Española de Supervisión de la IA para poder controlar y gestionar la creación de proyectos piloto relacionados con esta tecnología, además de lanzar el nuevo proyecto de algoritmos verdes.
En el caso de las empresas, deben basarse en el marco ético que ya existe en la actualidad en base a la IA para poder controlar los sesgos y mantener en todo caso la ciberseguridad, además de la formación constante de su plantilla para que puedan adaptarse a los cambios.
Si hablamos de la población, lo esencial es la alfabetización digital desde los primeros niveles educativos para que desaparezca la brecha digital entre regiones y sexos, además de llevar a cabo un aprendizaje más intensivo de habilidades genéricas como la creatividad, la comunicación o el pensamiento crítico que se terminaron reflejando en el desarrollo de la IA.