Hace justo un año que la GSMA confirmaba el cierre del pabellón de Rusia después de que durante las primeras semanas del 2022 se iniciara una ciberguerra que posteriormente desembocó en una invasión del territorio ucraniano por parte del Kremlin el pasado 24 de febrero de aquel año.
Hace justo un año de que la GSMA tomara esa decisión, una más de todas las empresas y asociaciones tecnológicas de Occidente para condenar la injustificada invasión rusa de Ucrania que ya ha dejado más de 7.000 civiles muertos, 12.000 heridos, 13 millones de refugiados y con cifras poco claras sobre los militares muertos, pero superando con creces los 100 mil fallecidos según todos los informes consultados.
El mundo nada tiene que ver con el que era hace un año, la pandemia ha pasado a un segundo plano y ya no es parte de nuestro a día a día, incluso Pedro Sánchez ha quitado las mascarillas del transporte público tras meses de espera de que Bruselas lo pidiera.
La OTAN, la organización del Tratado del Atlántico Norte, ha vuelto a recuperar su relevancia que dejó apartada tras la guerra fría y ha sumado nuevos miembros (Suecia y Finlandia) y en la Unión Europea ha sido capaz de ir todos a una, al menos, en una cosa: que Ucrania no debe caer y que, aunque no debe dejarse de lado la diplomacia, Ucrania merece defenderse y hay que apoyarla.
Las bombas siguen cayendo en suelo ucraniano, y no hay previsión de que vayan a cesar pronto, lo que ha llevado a los gigantes tecnológicos a dar la espalda a Rusia y a salir de este país.
“Contra las agresiones hay que luchar porque es una amenaza contra la máxima esencia de la humanidad: la libertad”
Contra la guerra no cabe sino la lucha por la libertad, la lucha contra el que intenta someter a aquellos que considera inferiores. Contra la guerra, contra la invasión, contra las agresiones hay que luchar porque es una amenaza contra la máxima esencia de la humanidad: la libertad.
Desde aquí solo puedo esperar para que pronto las calles de Kiev puedan entonar aquello que John Lennon cantaba por la Guerra del Vietnam: ‘War is Over!’ o en palabras de Cat Stevens: “Porque al borde de la oscuridad, ahí va el tren de la paz. Oh, tren de la paz toma este país. Ven y llévame a casa otra vez”.
Más actual podemos optar por una composición única, la que nos ofrece la inteligencia artificial de ChatGPT cuando le pedimos que nos componga una canción con el título ‘Deseos de paz’:
Ese mundo mejor que nos pide la inteligencia artificial de OpenAI y Microsoft nunca volverá a ser como antes de esta guerra, y tampoco como antes de la pandemia, así que dejemos de pensar en recuperar la vieja normalidad y abracemos un nuevo tiempo, de paz y disrupción, tecnológica, social, económica y, ¿por qué no?, también sentimental.
Después de un año de dolor y sufrimiento, es momento de seguir reforzando la lucha al tiempo que empezar la reconstrucción de un mundo en el que la cooperación, el diálogo y el entendimiento sean las piedras angulares de nuestra sociedad. Un futuro en el que la diversidad sea celebrada y las diferencias respetadas.
Imagino un mundo en el que la tecnología y la innovación se utilicen para mejorar la calidad de vida de todos los seres humanos, en lugar de ser utilizados como armas de destrucción masiva. Un mundo en el que el acceso a la educación, la salud y la justicia sean universales y equitativos. No será fácil, para nada, pero como dicen que la guerra en Ucrania volverá a ser una normalidad en nuestro país es momento de construirlo desde hoy mismo, y cada uno de nosotros debe hacer su parte, con pequeñas acciones para lograr grandes cambios a nivel político y social.
“En la juventud está la semilla de la esperanza y el futuro"
El futuro es nuestro, de nadie más, y está en nuestras manos hacer que sea brillante y lleno de esperanza. En la juventud está la semilla de la esperanza y el futuro, y la tecnología humanista será la herramienta más útil.