Tres semanas. Encerrados. Aplaudiendo en los balcones. Viendo series y películas. Comprando por Internet. Haciendo videollamadas.
Los españoles llevamos 21 días en casa ante la amenaza del orthocoronavirinae, mejor conocido como coronavirus Covid-19, el virus que ha paralizado el mundo, pero no el resto de patologías. Siguen existiendo gente con hepatitis, problemas renales o simples resfriados… Lo mismo ocurre con la psicología. Un sector que está creciendo con la crisis y al que le hemos querido plantear un problema: la adicción a la tecnología.
Los españoles nos pasamos casi la mitad de la semana conectados a Internet, el 47% de ella. Plataformas como Netflix y las dedicadas a juegos online están registrando cifras de suscriptores desorbitadas. Las empresas recurren a Teams para mantener la normalidad dentro del teletrabajo; y los colegios y universidades hacen lo mismo con Blackboard, Zoom o Google Classroom.
¿El resultado? Miles de personas usando la tecnología la mayor parte del día, con distintos fines; expuestos.
Y es que, pese a que las tecnologías nos estén permitiendo estar más conectados que nunca, pueden crear un problema mayor en nosotros si no hacemos de ella un uso responsable. De ahí que Gabriela Paoli, especialista en adicciones tecnológicas, nos explique este problema con la analogía del cuchillo: que sirve para cortar, pero también para matar.
Con motivo de la cuarentena los expertos no son capaces de determinar si el número de afectados por este problema aumentará, ya que depende de numerosos factores, pero Juan José Soriano Director de Terapias en la clínica Triora MonteAlminara afirma que “a mayor exposición, aumenta el riesgo” de caer en esta dependencia.
Una dependencia que “siempre es parte de un problema” y que debemos reconocer “cuando ya no somos capaces de controlar” para acudir a un profesional.
Dopamina. Esa es la sustancia que genera adicción.
“Los dispositivos son altamente adictivos por introducir a una persona en un circuito de recompensa a través de la producción de dopamina”, explica Paoli.
Una explicación que se entiende a través del ejemplo de los videojuegos. Con el CandyCrush, por elegir uno; el jugador tiene que juntar caramelos del mismo color a cambio de puntos u objetos para avanzar de nivel. Pues bien, todo eso son estímulos que fomentarán la creación de dopamina. A mayor estímulo, mayor dopamina y, por consiguiente, sensación de satisfacción y placer al conseguirlo. Esto último hará que se continúe jugando nivel tras nivel, a veces hasta perder el control.
Este problema silencioso es muy fácil de esconder, al no tener forma objetiva de verla y medirla. Por ello, debemos ‘atacar’, pero para ello hay que saber detectarlo, apunta Paoli.
Tanto Paoli como Soriano, coinciden en los indicadores de esta adicción:
Controlar el tiempo total que estamos con ordenadores, teléfonos móviles o tablets es fundamental. No importa el fin, si la suma total es superior a cuatro horas, podría tratarse de un caso de adicción.
Cuando una persona empieza a priorizar Internet de una salida con amigos, puede haber un problema. En los casos más graves puede dejarse de comer o darse fenómenos como finger food, en el que el adicto solo se alimenta de comida basura. Otro gran ausente en casos graves es el sueño; los adictos que evaden dormir para continuar en la red son víctimas de vamping tecnológico.
Relacionado con las prioridades. Una persona incapaz de controlar el uso de la tecnología descuidará las relaciones personales, el trabajo y bajará su rendimiento.
Como consecuencia de ese descuido y dejadez suelen desarrollar conductas impulsivas. Por ello, es frecuente que la tensión familiar aumente y pasar de un estado de tristeza a histeria sea posible, algo justificado también por la falta de sueño.
Otros problemas asociados a esta adicción, e indicadores del problema, son las contracturas musculares en la zona del cuello, el síndrome del ojo seco por la exposición continua a pantallas e incluso vista cansada.
Paoli se muestra contenta ante la pregunta sobre cómo saber si estamos iniciando una adicción ya que “va por la línea de prevención y es donde tenemos que hacer mucho hincapié”.
Con la intención de seguir esa línea estos son los consejos que nos dan los expertos:
Tras los consejos, indicaciones y diversas explicaciones, de momento sólo podemos esperar.
Pese a la espera, Paoli mantiene la esperanza y desea que toda la situación “nos sirva para reflexionar sobre el estilo de vida que llevábamos y aprender a rectificar”. Optimista, afirma que “siempre se puede rectificar”, en todas las facetas.
Dejando a un lado la adicción, pero no a la tecnología, su deseo se convierte en el nuestro: que nos sirva para ser conscientes de lo mucho que echamos de menos un abrazo, un beso y estar todos juntos.