Durante los últimos años, Bosch es una de las empresas tecnológicas que más importancia da a la inteligencia artificial, de entre todas las grandes compañías que no se han centrado específicamente en ello durante su historia. De hecho, sus planes para el futuro próximo involucran a la IA en un primer plano: desde la compañía aseguran que en 2025 todos sus productos habrán sido creados mediante inteligencia artificial o bien la misma estará incluida en estos mismos productos.
Se espera, además, que esta línea sea especialmente positiva económicamente para Bosch. El mercado de inteligencia artificial en el mundo es cada vez mayor, pues se espera que esta tecnología mueva 120.000 millones de dólares dentro de 5 años, lo que supondría doce veces más dinero que en 2018.
La multinacional alemana ha previsto esto y actualmente emplea una enorme cantidad de recursos en el desarrollo de la IA: la inversión anual es de 3.700 millones de euros, y un millar de sus empleados están destinados a este campo.
Bosch, debido al gran anticipamiento que acompaña a su estrategia de futuro, ha publicado una serie de líneas rojas para el uso de la IA en la empresa.
El código de ética de la empresa se basa en la siguiente máxima: los humanos deben de ser el árbitro último sobre cualquier decisión basada en inteligencia artificial. “La inteligencia artificial debe servir a las personas. Nuestro código de ética de AI brinda a nuestros empleados una guía clara para el desarrollo de productos inteligentes”, dijo Volkmar Denner, CEO de Bosch.
Esta declaración implica de forma directa que la IA nunca deberá tomar decisiones por las personas sin que una mente humana lo supervise. Existen tres enfoques en el que esta supervisión puede llevarse a cabo: