El neuromarketing estudia el subconsciente de los compradores
Y es que, las encuestas son poderosas armas de investigación de mercados, pero el poder del neuromarketing es mayor y menos sujeto a engaños. Todos hemos visto como últimamente las encuestas del ámbito político no aciertan. Lo vimos en las elecciones españolas, en el referéndum del Brexit o en las presidenciales americanas. La gente responde diferente de lo que piensa o, debido a la constante recepción de información, somos más susceptibles al cambio de parecer.
En cambio, el neuromarketing aborda esa parte humana menos racional, en la que nuestros estímulos apenas varían y los motivos de compra prevalecen. Por eso esta rama de la mercadotecnia es tan apreciada –y cara-. Además, la aplicación del neuromarketing es 360º, es decir, se pueden analizar todos los puntos de relación y contacto entre marca y consumidor, y que se pueden resumir en cinco grandes campos.
El neuromarketing es capaz de mostrar cuan cómodo está la persona con diferentes elementos de un producto o servicio. Estos son: La marca, para conocer a qué ideas o atributos se la asocia; el envase, ya que es el primer encuentro entre producto y consumidor y hay que convertirlo en flechazo; el producto, que debe como mínimo igualar las expectativas que genera la marca; la experiencia de compra, que es el punto de encuentro físico entre marca y comprador; y la publicidad, que es el mensaje que expresa la esencia de la marca y el producto.
Según el director de Medición y Análisis de Medios de Nielsen Iberia, Francisco Bernabé, “con la neurociencia aplicada al marketing las compañías pueden saber dónde tienen que mejorar. De hecho, la correlación entre las métricas obtenidas por el neuromarketing y el retorno de inversión de, por ejemplo, un anuncio es del 80%. Es esencial conocer al consumidor desde su subconsciente, porque es ahí donde toma la gran mayoría de sus decisiones de compra”.