La revolución industrial quiere hacerse su propio hueco en el sector sanitario y los últimos estudios avanzan hacia máquinas con capacidad para afinar diagnósticos, operar y cuidad pacientes a un coste menor.
En mayo, el Instituto estadounidense Sheikh Zayed, especializado en Cirugía Pediátrica, presentaba el primer robot quirúrgico totalmente autónomo. El caso de este robot, STAR (Smart Tissue Autonomous Robot), era curioso porque podía suturar tejidos blandos por sí mismo con una enorme precisión y tomar decisiones sobre la marcha de forma independiente.
Los actuales quirófanos están requiriendo, cada vez de forma más continuada, una prolongación que sirva de asistente personal de las manos de los propios cirujanos. Así es como nacen máquinas como Da Vinci, creación de la NASA y el Pentágono que permite evitar posibles temblores humanos llegando a zonas de difícil acceso.
La idea es terminar contando con cerebros informáticos de gran precisión que asegure la menor tasa de error posible. IBM, en este caso, ha dado el primer paso diseñando un robot apto para procesar 60.000 millones de páginas por segundo, tomar decisiones y asimilar sus experiencias pasadas.
Tal y como afirmaba McAfee hace unos años, la importancia del ‘Doctor Watson’ radica en los siguientes puntos: