Si bien es cierto que la ciencia y los neurotransmisores han avanzado mucho en materia de estudio de los animales, todavía es un misterio la manera en que interactúan entre ellos en su lenguaje. Es cierto que gracias a la agudeza, intensidad y volumen de sus maullidos, ladridos o berridos podemos saber si están cómodos, tristes o enfadados.
Pero de ahí a que un gato diga “me encanta ser tu mascota” o “odio que te pongas así conmigo”...va un trecho. Eso es lo que hace este gadget. Acercamos el transistor al minino y a partir de sus movimientos y maullidos te asigna una de las 200 palabras implementadas en el dispositivo.
Tanto el Meowlingual Cat Translator, como el Bow Lingual Bark Translator (para perros) o las cientos de apps en Google Play o App Store dedicadas a este género cumplen un objetivo común: satisfacen una necesidad milenaria de los hombres de entender a los animales.
Si a esta necesidad le unimos el gran porcentaje de hogares con mascotas en la mayoría de las sociedades, lo que resulta es un producto muy interesante para generar ventas o descargas. Pero, es de ley decir, que estos gadgets y apps son para entretenimiento y no se deben tomar con gran seriedad.