Durante la madrugada del 10 al 11 de octubre, Elon Musk presentaba en Los Ángeles una nueva flota de vehículos: el Robotaxi y el Robovan, acompañados del ya conocido androide Tesla Bot. Aunque parezca que estamos ante algo completamente revolucionario, el concepto detrás del Robotaxi tiene mucho en común con un coche que Volkswagen ya diseñó hace más de una década: el XL1.
Sin volante ni pedales
El Robotaxi de Tesla promete cambiar la forma en la que nos movemos por la ciudad, con una característica que llama la atención de inmediato: no tiene volante ni pedales. En este vehículo totalmente autónomo, no se requiere de un conductor. Es un coche que podrás pedir mediante una app, que llegará a buscarte y te llevará a tu destino sin que tengas que hacer nada más que subirte. Un coche pensado para eliminar parkings masivos y sustituirlos por parques.
El diseño exterior destaca por sus puertas estilo tijera, que le dan un toque moderno y futurista, y por las líneas suaves y minimalistas que se asemejan a otros modelos de Tesla como el Cybertruck, pero suavizado, sin aristas. Las llantas, sin radios, recuerdan más a una obra de arte que a algo funcional, y el interior es espacioso, sencillo y sin distracciones, pensado para que los pasajeros disfruten del trayecto (con una pantalla gigante) sin necesidad de preocuparse por el volante o las maniobras.
Sin embargo, cuando observamos con detalle, el Robotaxi no parece tan innovador como se presenta. En 2011, Volkswagen sorprendió al mundo con su XL1, un coche que, aunque no era autónomo, llevaba la eficiencia al extremo. El XL1 fue un pionero en su momento, diseñado con un enfoque claro: minimizar el consumo de energía. Tenía un coeficiente aerodinámico increíblemente bajo (0.189) y un diseño alargado con líneas suaves, muy similar a lo que vemos ahora en el Robotaxi de Tesla. Además, estaba construido con materiales ligeros, como la fibra de carbono, para mantener su peso al mínimo y mejorar aún más su eficiencia.
Volkswagen XL1 en FuoriConcorso 2023 (Autor: Álvaro Muro)
Si miramos más de cerca, incluso las puertas del XL1, son del mismo estilo que las del Robotaxi, ya sugerían un estilo futurista y funcional que facilitaba el acceso en espacios reducidos. Y aunque el XL1 no era eléctrico puro, combinaba un pequeño motor diésel con uno eléctrico para lograr un consumo de sólo 0.9 litros por cada 100 km, algo impresionante en su momento. En su esencia, era un coche que buscaba aprovechar al máximo cada gota de energía, una idea que ahora Tesla ha llevado al siguiente nivel con la electrificación total y la conducción autónoma.
Entonces, ¿estamos ante una copia? No exactamente. Tesla ha llevado el concepto más allá, eliminando al conductor y apostando por un futuro en el que los coches se mueven solos. Pero no podemos ignorar que Volkswagen ya había allanado el camino con el XL1, un coche que, en su época, era tan futurista como lo es hoy el Robotaxi. Ambos comparten la misma filosofía de diseño: hacer más con menos, optimizar el uso de energía y ofrecer un diseño que no solo es estéticamente atractivo, sino también funcional.
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Al final, el Tesla Robotaxi es un avance tecnológico al igual de impresionante como aterrador, pero no nace de la nada. Se apoya en ideas y conceptos que ya estaban ahí, y que marcas como Volkswagen exploraron con coches como el XL1. Así que, aunque Musk nos presente su Robotaxi como una novedad absoluta, es importante recordar que el futuro muchas veces está inspirado en el pasado… Y qué bonito sería poder conducir un coche con un diseño así con un motor térmico… pero eso ya es otra historia.